El espejo me miente

El espejo me miente

Me levanto, voy al baño y ahí está, mintiéndome como cada mañana, día tras día, el espejo me muestra a mí, mejor dicho a una parte de mi, a ese tipo demacrado, cansado, un poco derrotado quizás, ojeras, mirada triste a veces, me enseña todas esas cosas que cargo conmigo y que ya no quiero ver, veo mis fracasos, mis luchas vanas por conseguir lo que algunos llaman felicidad, que no es mas que la idealización de un conjunto de cosas a las que aspiramos tener, no solo materiales sino mas bien espirituales, afectivas, éticas y que aun no pude alcanzar mas allá de contar con algunos ensayos fallidos de la misma, me refleja al tipo que desconfía, que cree que en cada elogio o palabra amorosa hay una pequeña mentira, que cree que atrás de cada te quiero hay alguien que de a poco se aleja de uno mas allá de que en realidad se está acercando cada vez más, a veces se aparecen todas las tristezas juntas que transporto de un lugar a otro, esos dolores insuperables de pérdidas que tiene la vida a veces.

Y sin embargo también sé que me está mintiendo, que lo que veo ahí es solo una parte, una mitad del todo que hay dentro de mí, porque si el espejo ahondara un poco más profundo en mi mirada, me enseñaría también al otro tipo que soy, al que a pesar de tener 34 años sigue jugando como adolescente a algunas cosas que a esta altura deberían ser muy serias, al que se divierte, al que quiere dejar de desconfiar un poco cada día y paso a paso lo va logrando (he tenido una ayuda muy especial en este tema durante el último tiempo).

También debería dejarme ver al soñador que hay allá bien al fondo de todo, el que sueña con un hogar, una buena compañera y con formar una numerosa familia, al que cree en si mismo al 100% y está seguro de todo, al que no duda y sonríe cuando algún amigo lo halaga y se hincha de orgullo.

Por eso cada día confía menos en el espejo y un poco más en mi.

No le creas las mentiras al espejo, no creas las mentiras que te dicen los demás y lo más importante de todo, no te mientas a vos mismo.

Alguna vez, mataste a alguien?

Hoy en Formspring me preguntaron, ¿Alguna vez, mataste a alguien?
Yo ligeramente respondí que no! Y al rato me puse a pensar que quizás en el fondo si, si maté a alguien o mato a alguien a diario.

Sí, a diario tengo que matar al yo que se entrega, al que no quiere salir a trabajar, al que dice que no me va a ir bien nunca, al que piensa que ahí afuera no hay nadie que me haga feliz, al que se quiere quedar sentado frente a la pc viendo pasar las horas ideando una eterna sucesión de intentos de chistes en Twitter.

Esto a su vez se encadeno con la idea de que todos en el fondo somos asesinos, todos luchamos para matar a esa parte que nos relega, nos daña y nos quiere arrastrar al fondo del pozo, a ese lugar donde es fácil quejarse, culpar a a los demás y pensar que está todo perdido.

Y todo depende de la efectividad de ese asesino que llevo conmigo, de ese tipo que es capaz de matar a mi otro yo, con el solo fin de que yo crea, crea en que me va a ir bien, que voy a encontrar eso que tanto quiero para mi y para los que quiero, que crea en que voy a poder sortear todos los obstáculos para subsistir un día mas, llegar a la noche, descansar y cometer otro asesinato a la mañana siguiente.


Por eso es que cada mañana me despierto, me doy vuelta, ahogo con la almohada a ese tipo que me dice "dormí un rato mas, hoy no te levantas", me aseguro que ya no respire, me levanto, lavo mis dientes, desayuno y me voy a la vida sonriendo, sabiendo que acabo de matar a una parte de mi.

¿Y vos, alguna vez mataste a alguien?


Pequeña aclaración: Esto que leyeron es una idea escrita en diez minutos, no sé escribir, solo lo hago porque me agrada hacerlo cuando tengo algo para decir, desde ya les pido disculpas, por la mala redacción y los errores que puedan encontrar. Gracias por leer, se aceptan críticas y sugerencias.

Cumpleaños número 2

Hoy cumpleaños mi hijo, dos años para ser más precisos, pocos para un niños, muchísimos para un padre, más si sos un padre separado como yo, quien me conozca y lea esto sabrá de los problemas horarios de mi trabajo y demás menesteres que no vienen al caso.

Yo les venia a contar, mi forma de sentir, o como me siento yo con este cumpleaños 2 de Francisco, es raro, cuando uno es padre lo único claro es el amor por tus hijos, ese amor que descubrís de repente un día adentro tuyo y que te creías incapaz de tener, queres a alguien sin verlo, sin tocarlo, sin sentirlo, es más, queres a alguien sin saber si es hombre o mujer, amas, puta madre que lo amas.

Y el amor, cuando es profundo, real y en desmedida, asusta y mucho, es un miedo hasta sano quizás, ese que te lleva a cuidar al otro a no querer que le pase nada, hasta que llega el gran día en que nace y lo ves por primera vez (las ecografías no tienen nada que ver con esa primera impresión) y ahí está, esa cosa chiquita que te agarra un dedo y PUM, ya sabes a partir de ese momento que te agarro de por vida, que no te va a soltar más y que no queres te suelte, ese primer agarrón es el que sella tu destino para siempre, el que te hace crecer todo lo que te faltaba crecer de un solo sopapo y cuando crees que no se puede amar más, resulta que si, que hay mas amor ahí dentro, haces cosas que ni por vos mismo harías, tenes una vida a cargo y aunque para muchos sea una carga pesada para otros es una nueva oportunidad, algo único.

Vivo con el alma llena de amor por tener dos hijos únicos, vivo con el terror de no saber que puede pasar, vivo pensando que sera de ellos cuando sean grandes, vivo con la esperanza de que sean felices, pero lo mas importante es que gracias a ellos VIVO.

Feliz cumpleaños Francisco Daniel!

Papá te ama.

El bambú

No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante.

También es obvio que quien cultiva la tierra no se para impaciente frente a la semilla sembrada y grita con todas sus fuerzas: “¡Crece, maldita seas!”…

Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo trasforma en no apto para impacientes: siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente.

Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto, que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles.

Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de solo seis semanas la planta de bambú crece ¡más de 30 metros!

¿Tardó sólo seis semanas en crecer?
No. La verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse.

Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años.

Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo. Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta.