Perro, gata, bebé.

Perro, Gata y Bebé

JOE R. LANSDALE


A Perro no le gustaba Bebé. Y, por cierto, a Perro tampoco le gusta­ba Gata. Pero Gata tenía uñas..., unas uñas afiladas.

Perro siempre había recibido atenciones y palmaditas en la cabeza.

—¡Toma, cómete esto! ¡Ay, qué bonito eres! Así, guapo. Dame la patita. ¡Siéntate! Así me gusta. Guapo.

Ahora estaba Bebé.

En realidad. Gata no había sido un problema.

Gata caía bien, pero la familia no la quería. A veces, a Gata le ha­cían carantoñas. Le daban de comer. No la maltrataban. Pero quererla de verdad, no. No del modo en que querían a Perro, antes de que Bebé llegara.

Una cosita asquerosa y rosada que lloraba.

Para Bebé eran los «ooooh» y los «aaaah». Cuando Perro trataba de acercarse a los Amos, éstos le decían:

—Fuera; ahora, no.

¿Cuándo llegaría ese «ahora»?

Para Perro nunca llegó. Ahora era siempre para Bebé. Para Perro, nada. A veces estaban tan ocupados con Bebé que pasaba todo el día antes de que le dieran de comer a Perro. A éste nunca más le han vuelto a dar cosas ricas. Ya no recuerda la última vez que le dieron una palmadita en la cabeza, o le dijeron «guapo, así me gusta».

Mal asunto. A Perro no le gusta.

Entonces, decide hacer algo.

Matar a Bebé. Así sería otra vez Perro y Gata. Ellos no quieren a Gata, y las cosas estarían bien.

Perro lo pensó. No le resultaría muy difícil despedazar a Bebé. Bebé, suave, sonrosado. Sangraría con facilidad.

A Bebé lo ponen en una cesta colgante cuando Ama sale a tender la ropa. Perro mira la cosita rosada que se mueve y piensa en despedazar­la. Piensa mucho, mucho. Y se pone tan contento de pensar que la boca se le hace agua. Perro se acerca a Bebé, y hace que ese momento tan bo­nito dure más.

Bebé ve a Perro acercarse despacio, casi arrastrándose. Bebé se echa a llorar.

Antes que Perro alcance a Bebé, Gata salta.

Gata, que estaba escondida detrás del sofá.

Gata persigue a Perro, destroza cara de Perro con dientes, con uñas. Perro sangra, intenta correr. Gata lo persigue.

Perro se vuelve para morder.

Gata hunde uña en ojo de Perro.

Perro ladra, corre.

Gata salta sobre lomo de Perro, muerde a Perro en la cabeza.

Perro trata de volver atrás y meterse en dormitorio. Gata le hunde las uñas, le clava los dientes, hace perder el equilibrio a Perro. Perro co­rre muy rápido, tan rápido como puede, se golpea contra el borde de la puerta, tropieza, cae...

Gata salta al suelo y deja a Perro.

Perro se queda quieto.

Perro no respira.

Gata sabe que Perro está muerto. Gata se lame la sangre de las uñas y de los dientes con su áspera lengua.

Gata se ha deshecho de Perro.

Gata se vuelve para mirar pasillo adelante, donde Bebé llora a gritos.

Y ahora a por el «otro».

Gata comienza a arrastrarse pasillo adelante...

Lei este relato y me impacto por lo corto y efectivo, esto es lo que me gusta del terror, ese golpe que te hace abrir los ojos de golpe.

3 comentarios:

Este comentario ha sido eliminado por el autor.
 

Tengo una perra. Y despues lleve a casa una gata.
Se que algo asi pasaria si llevo un bebe...

 

Uno de mis relatos favoritos desde mi infancia...

 

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