Rutina

PIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIP!

Cristian abrió los ojos, asustado, recostado en su cama y el primer pensamiento que le vino a la mente fue "Hoy voy a morir".

El pensamiento se esfumo así como llego, apagó el despertador, se levanto como todos los días, se miro un poco en el espejo, se entrego a la ducha matutina, ya un poco mas despierto se afeitó, tomando café y leyendo las noticias en Internet la rutina diaria estaba completa, solo faltaba ella, Mariela, 26 días y contando desde el momento en que se fue llevándose con ella el sol, la luna, las estrellas, el futuro y todo lo que Cristian podría imaginar.

Ahora solo quedaba una rutina gris, una repetición constante de días, una sucesión de fichas de dominó cayendo todas con el doble cero por cara, no había color, no había ganas, solo una robotizada eficiencia para hacer lo mismo a diario sin saber porque.

Para Cristian no había lunes o jueves o domingos, todos los días eran cualquier día y a la vez entendía a la perfección que ella lo haya dejado, 14 horas de trabajo diario, llegando a casa cuando ella ya dormía, haciendo el amor ocasionalmente, los deseos de tener hijos de ella, la falta de tiempo y tranquilidad de él, la soledad de ella, la dedicación al trabajo de él.

Comprendió todo recién a los 10 días de su partida, la llamo, llamo a lo de su mamá, intento contactarla por todas las vías posibles pero nada, se fue y Mariela es de esas personas que cuando toman una decisión ya no vuelven para atrás.

Cruzó la puerta, paraguas en mano, saludó al portero y encaró la vida, ya daba todo lo mismo, ya era todo igual.

Y sin embargo, de repente sucedió un milagro, sonó el celular, era ella, ella que lo extrañaba, que quería intentarlo de nuevo, que tenían que hablar, después de muchísimo tiempo volvió a sonreír, pensando que todo iba a mejorar.

Cruzó la calle, feliz, esperanzado, sin ver la camioneta que se venia contra él, la felicidad pone ciegas a las personas, cuando intentó hacer algo ya era muy tarde, el primer impacto fue en las rodillas, el intento de contraerse para amortiguar el golpe fue instintivo, las rotulas literalmente explotaron por el impacto, ya nada unía la mitad inferior de sus piernas con la superior, sintió el "crack" de sus caderas desarmándose al chocar contra el cromado radiador de la ya no tan reluciente camioneta, se deslizo a una velocidad elevada sobre el capot, sus zapatos quedaron en el asfalto, dio de cara contra el parabrisas dejando un amasijo de sangre, cabellos y dientes chorreando sobre el vidrio, el celular con la voz de Mariela salio disparado unos metros mas allá y Cristian un segundo (una eternidad) antes de morir solo pudo ver la aterrorizada cara del dueño de la camioneta y su mano sobre la bocina que soltaba su interminable sonido, algo así como un...

PIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIP!

Cristian abrió los ojos, asustado, recostado en su cama y el primer pensamiento que le vino a la mente fue "Hoy voy a morir"
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